Una vida sexual feliz es una parte importante de una vida plena. Lo que significa una vida sexual feliz es subjetivo, ya que nuestros deseos, expectativas y necesidades sexuales difieren entre sí y cambian a medida que crecemos y envejecemos. Algunas personas quieren tener sexo a diario, mientras que otras se conforman con no tenerlo nunca a lo largo de su vida.
La subjetividad de la satisfacción sexual es una consideración importante en la investigación y el diagnóstico de la disfunción sexual. En la encuesta de calidad de vida de la Organización Mundial de la Salud (OMS), las cuatro preguntas que se refieren a la vida sexual de los participantes son todas subjetivas. En relación con esto, aunque aproximadamente 4 de cada 10 mujeres informan de algún tipo de disfunción sexual, un poco más de 1 de cada 10 informa de que su disfunción sexual está afectando negativamente a su vida (2-5), lo que sugiere que una vida sexual satisfactoria no significa una vida sexual «perfecta».
A pesar de esta subjetividad, existen factores biológicos, psicológicos, físicos, relacionales y socioambientales que pueden afectar positiva o negativamente a nuestra vida sexual. Algunos de estos factores son modificables, mientras que otros, como el envejecimiento, no lo son (2-4). Independientemente del control que ejerzamos sobre estos factores, comprender que nuestra función sexual no siempre está al 100% bajo nuestra influencia consciente puede reducir el estigma y animar a las personas a hablar de sus problemas de salud sexual con sus proveedores de atención sanitaria.
Anatomía sexual y placer sexual
Nuestra comprensión del sistema reproductor femenino en relación con el placer sexual es incompleta. En general, existe un acuerdo en que la estimulación del clítoris y las terminaciones nerviosas del aparato reproductor femenino pueden provocar placer y orgasmos, pero los científicos debaten sobre la existencia y la ubicación del punto de Gräfenberg, más conocido como «punto G».
Hay pocas explicaciones para el punto G. Los investigadores han sugerido que el punto G es un grupo de terminaciones nerviosas conectadas al nervio pudendo o que es una zona muy sensible que desencadena sensaciones dentro de la vagina, para el clítoris y dentro de la uretra. Por otra parte, dado que el clítoris puede moverse durante la excitación y las relaciones sexuales, algunos científicos sugieren que el punto G es en realidad parte del clítoris o que el clítoris puede ser estimulado durante las relaciones sexuales con penetración debido a su movimiento.
Dado que las sensibilidades nerviosas y musculares pueden diferir, y probablemente lo hacen, entre la mayoría de las mujeres, es posible que el punto G no esté situado en el mismo lugar ni exista en todas las mujeres.
Del mismo modo, dadas las diferencias en las sensibilidades físicas al tacto y a la estimulación, una persona puede estimularse sexualmente mediante la interacción con otras partes de su cuerpo que no sean sus genitales.
Factores biológicos
La edad influye mucho en nuestra vida sexual. A medida que las personas envejecen, comienzan a reportar más disfunciones sexuales, particularmente cuando experimentan la perimenopausia, o la transición, y la menopausia. Lo más probable es que este aumento de la disfunción sexual esté relacionado no sólo con los cambios hormonales, sino también con el empeoramiento de la salud. El uso del satisfayer, su precio no varía en el mercado.
La edad no empeora necesariamente todos los aspectos de la función sexual. Por ejemplo, en un estudio realizado con más de 2.600 mujeres iraníes, las mujeres de 50 a 60 años tenían casi cinco veces más probabilidades de experimentar una disfunción de la excitación en comparación con las mujeres de 20 a 29 años. Sin embargo, en este mismo estudio, las mujeres de 50 a 60 años sólo tenían la mitad de probabilidades de declarar una disfunción del dolor en comparación con las mujeres de 20 a 29 años. Estos resultados pueden verse afectados por las diferencias socioculturales entre los grupos de edad, pero también pueden representar los cambios positivos que se producen en el cuerpo con la edad.
El ciclo menstrual también puede afectar a la vida sexual de una persona. En un estudio realizado con 43 mujeres heterosexuales, los investigadores descubrieron que a medida que la hormona progesterona aumentaba en las muestras de saliva, las participantes informaban de que su deseo sexual por sus parejas disminuía.